2022-06-23De la conflictividad a la competitividad. En el Perú, la conflictividad social parece haberse naturalizado, y más si es en torno a la minería. Prueba de ello es la evidente falta de voluntad para prevenir y abordar oportunamente los conflictos con efectividad, salvaguardando la paz social y velando por la integridad de las personas. Resulta lamentable que en un país en vías de desarrollo, como lo es nuestro Perú, se vea con ligereza que un grupo de personas incendie propiedad privada, que apedree a trabajadores, que deje sin agua a toda una población y que bloquee carreteras. Esto no es democracia ni institucionalidad. Ello es sucumbir ante la barbarie.Es equivocada la premisa de las autoridades señalando que, gracias a su estrategia, “los conflictos no han derivado en violencia”. Y yo me pregunto, ¿no fue violenta la toma del reservorio Viña Blanca de Cuajone? ¿No fue violento incendiar el campamento minero de Los Chancas? ¿No fue violenta la toma de la mina Las Bambas? Los trabajadores mineros del país también tienen derechos y merecen un entorno seguro.Los casos mencionados no deben quedar en la impunidad. Rechazamos el descaro con la que grupos violentos de personas condicionan, no solo a las empresas, sino al mismo Estado, a retirar las denuncias en contra de los agresores o poner fin a una situación de “emergencia”, cuando esta es una medida necesaria para recuperar el orden público en las zonas de conflicto.Necesitamos que la conflictividad social sea abordada de forma estratégica; y para ello, se requieren profesionales con experiencia, con capacidad para generar diálogos y consensos. Profesionales capaces de anteponer sus conocimientos, por encima de las ideologías y los sesgos en contra de las actividades extractivas. Sin ello, lejos de mitigar los conflictos, solo lograremos sembrar más pugnas y divisiones.RADICALIZACIÓN E INCERTIDUMBRECabe señalar también que las acciones violentas en contra de la minería se han radicalizado. Hasta antes del 2021, no se habían identificado conflictos donde los protagonistas hayan saboteado operaciones mineras en pleno funcionamiento. Y las motivaciones, expresadas por los mismos manifestantes, han sido económicas. En el caso de Cuajone, se demandó la suma de 5,000 millones de dólares a cambio de levantar sus medidas de fuerza. Un monto similar al que busca recaudar Naciones Unidas para atender a más de 23 millones de afganos que sufren hambruna.Y frente a este contexto, está la incertidumbre en torno a los nuevos proyectos de inversión minera. Más allá de Quellaveco, valorizado en US$ 5,300 millones, no tenemos en agenda la puesta en operación de nuevas minas de alta envergadura en el corto plazo. Yanacocha Sulfuros (US$ 2,100 millones) ha sido postergado al 2025; en tanto, otros proyectos cupríferos como Tía María (US$ 1,400 millones), Cotabambas (US$ 1,530 millones) y Haquira (US$ 1,860 millones) han sido postergados hacia el final de la década. Se trata de una perspectiva poco favorable si consideramos que la minería es la única actividad productiva que a la fecha nos abre las posibilidades de incrementar con notoriedad la inyección de grandes capitales en el Perú, fomentar la oferta laboral e impulsar el comercio.Con nuestra cartera de inversión minera, que actualmente supera los US$ 53,000 millones, las compras del sector minero a los sectores transporte, metalmecánica, textilería, productos químicos, entre otros, superarían los $ US12,700 millones en 2023 y aumentarían progresivamente hasta los US$ 23,700 millones al 2031, según lo demuestra el estudio “Minería: Oportunidades de desarrollo frente a la crisis nacional”, presentado en el marco de las conferencias Rumbo a Perumin. Asimismo, recibiríamos recursos fiscales adicionales por más de S/ 80,000 millones hacia ese mismo año. Se trata de recursos indispensables para el cierre de brechas en infraestructura y la cobertura eficiente de servicios fundamentales, como educación, salud, agua y saneamiento, transportes, etc.DEJAR MITOS DE LADOInvocamos a las autoridades a creer y confiar en su industria minera. Hay que dejar de lado los mitos y los sesgos en torno a la misma y apostar por una política minera de desarrollo de largo plazo, buscando mecanismos para que los recursos que genera nuestra industria sean distribuidos con mejor efectividad y equidad. Transmitamos, además, una imagen de país amigable con las inversiones. Aprovechemos para ello las plataformas internacionales como lo fue el Foro de Davos 2022, donde lamentablemente se desperdició una oportunidad de poner en vitrina nuestro potencial; y lejos de ello, se dio un discurso negativo y ambiguo, que no hace justicia a los trabajadores mineros del país que, con talento y esfuerzo, han desarrollado una minería moderna y responsable.Este año, luego de un periodo de ausencia por la pandemia, el Perú volverá a ser el centro de la minería en el mundo con el retorno de Perumin. Esperemos que en esta edición 35 de la Convención Minera podamos reivindicar, con la voz de nuestras autoridades, nuestro sentido de orgullo de ser un país con una industria minera de talla mundial.“Invocamos a las autoridades a creer y confiar en su industria minera. Hay que dejar de lado los mitos y los sesgos en torno a la misma y apostar por una política minera de desarrollo de largo plazo”.Fuente: Suplemento Minera